Palabras a Rosina López

Buenos días,

En primer lugar, me gustaría comenzar agradeciendo a todos la oportunidad que me dais de poder dirigir estas palabras a mi madre en el día de su jubilación. Como hijo, estoy enormemente  feliz de haber notado tantas muestras de cariño hacia ella por parte de muchísimos compañeros y  compañeras.

Mamá, te quiero decir que me siento orgulloso de tenerte como madre y como compañera de trabajo a la vez, aunque esto nos haya llevado en multitud de ocasiones a no saber separar lo personal de lo profesional. Esto ha sido así porque en todo momento de tu vida, dentro y fuera de Santo Domingo, has sido, eres y serás una maestra, una maestra en mayúsculas: Como madre siempre nos has transmitido a mis hermanos y a mi tu amor incondicional, y has sabido hacer de nosotros personas felices e íntegras. Como maestra del cole qué decir, tus pasos y tus huellas dejan aquí la esencia de una tarea que comenzó hace 40 años y hoy se ven reflejados en este sencillo pero significativo homenaje. Durante todo este tiempo entre estos muros han pasado por ti cientos de alumnos, gran cantidad de compañeros y compañeras que te estiman, y algún que otro trabajo cooperativo que demuestran que has escrito sin darte cuenta una página en el libro de la vida de este Colegio.

Recuerda cuando llegaste de las Discípulas y empezaste aquí con tus compañeras, algo que tantas veces me has contado. Si hoy el Colegio está donde está, es porque algún día gracias al tesón, trabajo y cariño de un grupo de maestras tuvo que empezar todo, y nosotros te lo agradecemos a ti y a tus compañeras a las que tanto aprecias.

Mamá, eres esa maestra a la que tus alumnos y alumnas saludan por la calle y por el Colegio con cariño, pero también la maestra de padres y madres que un día fueron niños y que hoy te saludan con la ilusión de recordar aquellos tiempos en los que les diste clase, porque esa también ha sido tu virtud como docente: respetar la esencia de la niñez, la inocencia infantil.

Sabes que hoy queda entre las paredes de estas aulas y los muros de este Colegio algo muy importante de ti, tus huellas: gran parte de tu vida, de tu familia, de compañeros y compañeras, de risas y lamentos, de niños y niñas que siempre llevarán algo tuyo… porque al fin y al cabo esto también ha sido tu vida. Siempre, antes y después de un gran acontecimiento para ti, ha estado el Colegio.

Para acabar, me gustaría dedicarte unos versos de Antonio Machado que dicen así: Caminante, son tus huellas
el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar.

Por mi parte, espero estar a la altura para seguir el camino que hace 40 años comenzaste en Santo Domingo y hoy, con este acto, culmina.

De parte de todos los que formamos esta familia ,  agradecerte las huellas que aquí nos has dejado y felicitarte por la gran labor realizada a lo largo de esta andadura.

Enhorabuena y muchas gracias por todos estos años de incansable dedicación.

David Martínez López

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