MI EXPERIENCIA EN TERUEL por Candela Gea Garrigós, alumna de 6ºEP-B

 
El día antes del viaje, todos preparamos las maletas con una sonrisa en la cara. Ese día nadie pudo dormir de la emoción y pasamos la noche queriendo que amaneciese lo antes posible. Pero al final, llegó el 28 de febrero, listos para montar en el autobús. Durante el viaje, muchos escuchamos música con nuestros fieles auriculares. En las cinco horas de trayecto también hubieron muchas risas, sonrisas y signos de buen humor. Pero antes de llegar, hicimos una parada para comer e ir al baño. ¡Un buen almuerzo nos vino bien para reponer energía!
Volvimos al autobús, hasta llegar a nuestro destino: ¡TERUEL!.
Al bajar del autobús recuerdo perfectamente el agua que había en el suelo. ¡Menuda cantidad de agua venía de la lluvia!. Estaba lloviendo y nos quedamos en un bar para comer. Después nos pusimos los chubasqueros para no mojarnos y caminamos hasta la Plaza del Torico. Allí empezó nuestra guía turística. Nos dividimos en dos grupos. Cada grupo con un guía. Mi guía se llamaba doña Cristina, pero ella nos dijo que le llamáramos Cris. Nos explicó la historia, la función y la creación de la Plaza del Torico y de sus torres. Después, nos despedimos de Cris y fuimos a ver el mausoleo de Los amantes de Teruel (el lugar donde se encuentran). Nos explicaron su bonita historia de amor mediante un teatro protagonizado por nosotros. Más tarde vimos los cuerpos, un poco podridos por el tiempo que llevan enterrados. A continuación fuimos a visitar la iglesia más importante de la ciudad, ¡es la única en España que su interior está cien por cien pintado!. Allí nos explicaron lo que representaba esa iglesia para la ciudad. Luego, nos dejaron unos minutos por el casco histórico para hacer compras y poder traernos algún recuerdo de allí. 
Después fuimos al hotel “La Rueda”, en el que íbamos a alojarnos. ¡No estaba para nada mal!. Era muy humilde y bonito. Los chicos tenían habitaciones de cuatro, las chicas de tres. Al terminar de cenar, hicimos una reflexión de lo que habíamos hecho durante todo el día. Tras esa reunión, nos fuimos a dormir para estar bien preparados para la mañana siguiente, ahí empezaba nuestra aventura con el esquí. 
El día 1 de marzo amanecimos preparados para esquiar. Nos vestimos y fuimos a desayunar. En el desayuno nos dieron las instrucciones y nos dijeron lo que íbamos a hacer. Nos montamos en el autobús rumbo a Valdelinares. Al llegar a la estación de esquí, cada uno se puso sus botas, el peto con el escudo del colegio y el casco. Cogimos los esquís y cada uno se fue con un grupo en función su nivel de esquí. Mi monitor se llamaba José, ¡era muy simpático!. Una vez terminadas las clases de esquí, cada uno se fue a las pistas que quería, podíamos esquiar por libre. Comimos en un restaurante que había dentro de la estación de esquí de Valdelinares. Después seguimos esquiando y llegó la hora de marcharse al hotel. ¡Todos estábamos agotados! Al llegar al hotel, nos ordenamos las cosas e hicimos las maletas porque a la mañana siguiente nos íbamos a casa…¡una pena!.Cenamos y tuvimos otra reflexión de la jornada. Nos fuimos a dormir…¡que mañana había más esquí!. Se me olvida decir que en ese día algunos se bañaron en la piscina del hotel y otros nos quedamos en una sala de juegos.
Al amanecer cogimos las maletas, las dejamos en el autobús…porque aún teníamos una jornada de esquí por delante. Repetimos la rutina del día anterior: clases de esquí, esquí libre, comida…y más esquí, pero esta vez montamos en el autobús para no volver al hotel, nuestro próximo destino eran nuestras casas. A mitad de trayecto paramos en Valencia para cenar y tener las suficientes energías para contarles a nuestras familias lo bien que lo habíamos pasado y que se fuesen preparando puesto que el año que viene nos espera…¡Andorra!…
 
 
 
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