SIERVO DE DIOS GUILLERMO MAGRO ESPINOSA
Un antiguo alumno camino de la Santidad.
(Texto de la COMISIÓN DIOCESANA PARA LAS CAUSAS DE LOS SANTOS.)
El Siervo de Dios Guillermo Magro, Espinosa nació en Crevillente. Contrajo matrimonio con María Teresa Lucas Más de cuya unión nacieron seis hijos. El Siervo de Dios estudió en el Colegio Santo Domingo de Orihuela y la carrera de Ingeniero en la Escuela de Ingenieros industriales de Madrid. Ejerció su profesión en la Sociedad de Tranvías de Madrid y de Alicante. A su personalidad humana, unía una fe católica, honda, inquebrantable y luminosa por el brillo de sus buenas obras. Todos los días con su esposa e hijos, acudía a la Santa Misa mañanera en la Parroquia. Cuando volvía a casa, según los testigos, encontraba un grupo de diez o doce pobres para suplicarle una limosna que sin duda obtenían.
Por el amor entrañable que sentía hacia su pueblo, sufría gran tristeza viendo a tantos obreros sin trabajo y a sus familias sumidas en extrema pobreza. Este cristiano ejemplar no se contentaba con lamentos, y, por su cuenta organizó una cooperativa y construyó la Fábrica de alpargatas «San Cayetano» para que tuvieran trabajo y jornal los obreros, con participación equitativa en los beneficios. La Fábrica de Regenerados de Goma cuya propiedad compartía con otro hermano, llegó a contar con unos quinientos trabajadores, porque a todo el que le pedía ocupación lo unía a la plantilla. Llegada la persecución religiosa de los años 1931-39, dolía al SD ver a los niños sin Religión en las escuelas, y por su cuenta creó un colegio, y contrató un profesor del P. Andrés Manjón para que educara a los niños también en la fe. El SD nunca escondía su condición de cristiano. Habiéndose prohibido en 1936 la procesión del Corpus Christi, realizó una pancarta con la aclamación «¡VIVA CRISTO REY» y la colocó en el balcón de la casa de su padre frente a la plaza de la iglesia.
Detenido en su casa de Santapola el 20 de Julio del mismo año, fue llevado a la cárcel. Allí sin duda lo torturaron. Le dieron muerte el día 30 de Septiembre de 1936 en el Cuartel de Benalúa de Alicante, mientras Guillermo gritaba: «¡Viva Cristo Rey!».
Uno de sus compañeros de prisión no dudó en llamarle «el santo», pues con su ejemplo y palabras preparó para morir por Dios a su grupo. El Siervo de Dios Prefirió morir, antes que renunciar a su fe.
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