Discursos de los alumnos en el acto de Graduación de 2º BAT en el 2013
Claustro de la Universidad, 24 de mayo de 2013
Buenas noches profesores, familiares y compañeros.
Ha llegado el día. Ese día tan especial que todos estábamos esperando y en el que quiero aprovechar este momento que me brinda el colegio, para relataros algo que ya sabéis, pero que no por evidente deja de ser un hecho trascendente y que yo quiero destacar.
A lo largo de estos años hemos crecido en edad y tamaño, en conocimientos y capacidades, pero fundamentalmente nos hemos forjado como personas.
Desde fuera, nuestro colegio puede parecer un simple monumento histórico, pero se equivocan. El Colegio Diocesano Santo Domingo es mucho más que eso.
Estos muros de piedra albergarán en su memoria para siempre, nuestras alegrías y llantos, nuestras risas, nuestras buenas y malas noticias, y hasta alguna que otra pequeña travesura.
Han sido testigos silenciosos, de cómo entre nosotros se han creado y forjado unos lazos fuertes e inquebrantables, que nunca, nunca, nunca hemos de dejar que se rompan.
Diariamente, hemos aprendido, a cultivar el mérito, el trabajo, el esfuerzo y el sacrificio. Todo ello gracias a la dedicación y constancia de nuestros profesores.
No solo nos habéis enseñado las leyes de Newton o las causas y consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Nunca nos habéis mirado sólo como los alumnos que somos, sino como las buenas personas que queríamos ser y cuando nos han ahogado los problemas o las inseguridades también habéis estado ahí para intentar sacarnos a flote.
Gracias. Muchísimas gracias.
A lo largo de estos años, se nos han presentado muchos obstáculos y dificultades, algunas más serias que otras. También hemos vivido momentos divertidos, pero todos han contribuido a dejar un poso en nuestra madurez. Sacaremos las lecciones que implícitamente lleva cada una de esas vivencias y que seguro aplicaremos durante el resto de nuestra vida. Formaran parte de nuestro bagaje permanente.
Siempre nos acompañaran las mismas palabras.
SIEMPRE JUNTOS.
Hoy nos despedimos de muchos años en este colegio. No son momentos de tristezas y melancolías. Es hora de dejar de mirar hacia atrás y echar la vista hacia adelante con valentía para enfrentar nuestro futuro, sin olvidar nunca todo lo que dejamos y lo que nos llevamos.
La generación del 95 no queremos marcar un punto y seguido, sino un punto y aparte en la historia de este colegio que tanto nos ha dado.
Y cuando digo esto, recogiendo el sentimiento de todos mis compañeros, os digo, Gracias, Muchísimas Gracias por todos estos años maravillosos.
No nos olvidéis nunca, porque nosotros no lo haremos jamás.
Queridos amigos aquí presentes, buenas noches a todos.
La noche de hoy es una noche destinada al recuerdo, destinada a ser revivida en nuestra vida cuando haya pasado el tiempo. Destinada a recordar todo lo que aprendimos en estos pasillos y estas aulas, no solamente como progresamos intelectualmente, sino como aprendimos a ser personas cristianas, autónomas, responsables y coherentes.
Si de un libro se tratara, la noche de hoy correspondería a la última página de un gran capítulo. No sabemos lo que nos deparan las próximas páginas de nuestra historia, pero gracias a los que están aquí presentes y a los que no pueden estarlo, podemos afirmar que somos capaces de enfrentarnos a lo que nos pueda deparar la vida. El día a día, la convivencia entre nosotros, el énfasis de los profesores y su labor educativa nos han proporcionado herramientas para poder tomar las riendas de nuestra vida.
En la noche de hoy nos despedimos de la gran familia que es el colegio, pero eso no indica que no vaya a volver a aparecer en nuestro libro, pues gracias a los grupos de pastoral como los GPJ o el grupo universitario “Fe- Razón” se nos brinda la oportunidad de seguir ligados al colegio y colaborar en labores de pastoral, se nos brinda la oportunidad de seguir creciendo como personas.
Por ello, aunque pasemos de página, el capítulo del Colegio Diocesano Santo Domingo siempre permanecerá abierto y nunca dejará de escribirse. Cuando pase el tiempo, humedeceremos las páginas de este capítulo con las lágrimas del recuerdo y el añoro, y observaremos que al igual que de pequeños llorábamos por no querer entrar, ahora lloramos por no querer salir.
Invitamos en esta noche a recordar todos los momentos que nos han traído a aquí, todas las vicisitudes que nos han hecho madurar, todas las caídas que nos han hecho volver a levantarnos y mirar el horizonte con otra perspectiva, con ganas de avanzar y con ánimos de seguir adelante, perseverando, esforzándonos y haciendo que cada día fuera una nueva aventura, un sendero por recorrer y un motivo por el que sonreír. Se podría decir que el día de hoy es el día que todos estábamos esperando desde pequeños, el día de nuestra graduación. Puede que muchos no nos volvamos a ver o que lo hagamos con una frecuencia menor de lo que nos gustaría, pues no sabemos lo que nos deparan las próximas páginas de nuestro emocionante libro, pero lo que sí sabemos es que gracias al colegio podremos vivir cada día como si fuera el día que estábamos esperando.
3. Inmaculada Hernández Sánchez
Nunca imaginé durante mi relativamente corto trayecto en Sto. Domingo que yo podría estar hoy aquí. Es más, cada vez que he intentado ponerme a ello miles de recuerdos venían a mi mente y dudaba continuamente sobre cuál de ellos sería el perfecto para comenzar a redactar este discurso, así que, intentaré recopilarlos todos desde el principio..
¿Recordáis ese día? Primer día de Bachiller, todo estaba cambiando, estábamos más cerca de llegar a este momento en el que nos encontramos ahora mismo, el cual yo no sé vosotros, pero yo, veía tan lejos.
Siempre, y supongo que esto es algo muy común, y más para gente como nosotros, me han dicho que disfrute el momento, y he de reconocer que aquí he disfrutado y vivido plenamente todos y cada uno de ellos.
Y ahora, ahora intento haceros una reflexión a todos los aquí presentes:
¿Podéis intentar recopilar todo lo vivido junto a aquellas personas que han entrado a vuestra vida? ¿podéis intentar recordar todas esas sonrisas provocadas? ¿cada uno de los amores conocidos y desconocidos? ¿los ejemplos de superación presentados? ¿la entrega de las personas que nos rodean por conseguir nuestra más sincera felicidad? ¿el recuerdo de los que un día se fueron?
La vida nos está cambiando, y, si habéis hecho lo que os he pedido y habéis intentado recordar esos momentos os habréis percatado de lo que acabo de decir, de que ya no hay vuelta atrás, y que, pese a que son instantes llenos de alegría por haber superado todo lo que un día nos propusimos, también están compuestos por un sentimiento agridulce ya que son momentos que echaremos en falta, profesores que ayudaron no solo académica sino personalmente, compañeros que quizás no vuelvas a ver, duras vivencias, nuevas personas que han entrado en tu vida, sonrisas, lagrimas, instantes para el recuerdo, en definitiva todo, todas y cada una de las vivencias que son verdaderamente ÚNICAS.
Y es que, las relaciones más hermosas, como bien alguien una vez me dijo, surgen del azar aunque haya cosas en la vida que encontramos en el camino, y que perdemos o dejamos atrás produciéndonos dolor, los recuerdos y los sentimientos perdurarán hasta que así lo ansiemos,; porque de eso se trata, o ¿acaso no fue lo que pensamos al comenzar aquí?
Buenas noches a todos.
4. Belén Ferrández Giménez
Hoy, 24 de mayo de 2013 hace exactamente nueve meses que me confirmaron, probablemente, la peor noticia que he escuchado y podré escuchar en mi vida. Jamás olvidaré aquel momento en el que, sin duda alguna, te cambia la vida por completo. Es algo que nunca imaginas que pase, algo que ves muy lejano.
Como cada mes de agosto, me disponía a comprar mis libros, sacar mi uniforme del fondo del armario e ir preparando mi mochila para el inicio de las clases. Sabíamos que este año sería duro, nos enfrentábamos a un gran reto, selectividad, pero también sabíamos que iba a ser un curso especial, era nuestro último año aquí y siendo los mayores del colegio nos esperaban grandes momentos como fue el día de la convivencia. Por ello, eran tremendas las ganas y la ilusión con las que nos embarcábamos en esta aventura.
Todos estábamos nerviosos e impacientes a la vez por conocer a nuestros compañeros de clase, por quiénes serían nuestras tutoras. Esperábamos con ansia ese dieciséis de septiembre cuando de repente, llegó lo más inesperado. Todavía no sé cómo ni por qué, pero me había tocado a mí. Cuando te dan una noticia de tales dimensiones, se te viene el mundo encima, llevas dieciséis años luchando por lograr tus objetivos, tus metas propuestas. Sin embargo, se rompen todos tus esquemas, se tuercen todos tus planes, sientes que todo se paraliza, que todo se desmorona…
Poco a poco vas asumiendo la realidad y te haces consciente del kilométrico y oscuro túnel en el que has entrado, momento a partir del cual, tu vida se limita a una lucha continua por salir de ahí lo antes posible.
A pesar del dramatismo y pesimismo que conlleva la situación, te das cuenta de que sí, ese largo túnel lo vas a tener que pasar con todo lo que ello acarrea pero que gracias a gente como la que hoy saldrá de aquí con su beca sobre el hombro, gracias a gente como vosotros chicos, ese túnel estará bien iluminado. Y es que nuestro día a día se basa en preocupaciones, inquietudes, en luchas por destacar. Sin embargo y por desgracia, es con este tipo de situaciones con las que descubres que lo verdaderamente importante no es la cantidad de dieces que logras, los grandes ascensos en el trabajo o tener dos deportivos en tu garaje. Te das cuenta que lo que realmente importa es tener al lado a ese compañero y ese profesor que te apoyan y guían para lograr el diez; tener a ese amigo que te ayuda a levantarte cada vez que has caído, que nunca te abandona; tener a esa familia que te espera con los brazos abiertos a la vuelta del trabajo.
Y este es el motivo por el que hoy yo he querido subirme aquí y aportar mi granito de arena, porque lo que realmente me ha ayudado a conseguir lo que he conseguido este año es el día a día con vosotros. Porque como le decía a los médicos en aquellos ya lejanos meses, la mejor medicina que me podían administrar eran vuestras frecuentes visitas. Cada mirada, cada gesto de ánimo, cada sonrisa que me habéis dedicado por los pasillos, han sido mi motivación y trampolín para salir impulsada de aquí. Porque habéis hecho fácil cada gran paso.
Sin duda alguna, y creo que hablo en nombre de todos, ha sido la época de nuestra vida en la que más emociones hemos vivido, hemos llorado, hemos reído, hemos sufrido, nos hemos agobiado y nos hemos ilusionado, pero lo más importante es que nos hemos unido y hemos salido vencedores de todas nuestras pequeñas o grandes batallas. Porque es cierto que hemos aprendido física, latín y economía, pero independientemente de la opción en la que nos encontremos, hemos aprendido una materia común, hemos conocido la amistad y eso, es lo más grande que me llevo de aquí. Y es que, como el último día de verano, como el final del capítulo de un gran libro, hoy acaba nuestra trayectoria en el Colegio Diocesano Santo Domingo, para muchos después de quince años, hoy se parten nuestros caminos. Cierto es que siempre llega el otoño, siempre empieza un nuevo capítulo, y así, nosotros comenzamos hoy una nueva etapa en nuestra vida. Aprovecho para desearos todo el ánimo y suerte del mundo. También para agradecer a nuestros profesores todo lo que nos han enseñado tanto a nivel académico como humano y a todos ustedes, familiares y amigos aquí presentes, que nos han mostrado su apoyo incondicional en este camino, apoyo sin el cual habría sido imposible llegar hasta aquí.
Concluyendo, he de decir que es prácticamente imposible tratar de plasmar en un trozo de papel todos los momentos y sensaciones vividas entre estas paredes, pero más difícil resulta todavía intentar explicar lo sobrecogedores e inimaginablemente especiales que son todos y cada uno de estos chicos y chicas. Por ello, considero que la mejor forma con la que finalizar este pequeño discurso es diciéndoles, por todos estos años y especialmente por estos nueve meses, GRACIAS.
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