Para nosotros, el simple hecho de pasar un momento junto con nuestros compañeros y
profesores, significaba mucho.

En esta excursión hemos sentido muchas emociones nuevas, desde ayudar a alguien hasta
sentirnos queridos.


Cuando ya habíamos montado en el autobús, las pulsaciones del corazón se aceleraron con
sólo pensar en lo que nos iba a ocurrir. Ni qué decir tiene cómo nos pusimos al contemplar el
paisaje: montañas, nieve, bosques de pinos,… ¡Valdelinares! .

Al bajar del autobús todos corrimos a tocar la nieve, alguno era la primera vez que acariciaba
su textura, ¡qué sensación! . Rápidamente equipo de esquí y primera clase con los monitores.
Al principio resultó difícil, pero poco a poco sentíamos que nos deslizábamos. Este primer
día se nos quedó corto. Después al hotel, ¡una habitación para nosotros! Jugar, cenar y rezar
dando gracias por el maravilloso día y lo que quedaba para el siguiente.

En el segundo día disfrutamos de verdad, después de las indicaciones de los monitores en
una nueva clase, todo cambió. Nos aventuramos en pistas azules, algunos compañeros con
experiencia se lanzaron por las rojas con los profesores. Disfrutamos del aire en la cara al
bajar, de la impresión del telesilla al subir.

Al llegar de noche al cole y ver a nuestros padres supimos que todo había acabado. Una
experiencia inolvidable, por un lado nos sentimos tristes pero por otro esperanzados, ya que
el año que viene podemos repetir en el viaje de una semana que se organiza en la ESO. Esto ha
sido nuestro bautismo y ahora nos queremos confirmar.

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