Nació un día frío de invierno, el 3 de febrero de 1936, en Benavides de Órbigo, León, unos meses antes de que nuestro Fundador, el Beato Pedro hiciera entrega de su vida por amor a Jesús y nació dentro de una familia numerosa, fueron 11 hermanos.

En ese mismo mes, el día 16, por el Bautismo entraba a formar parte de la Iglesia, como hija entrañablemente querida de Dios. Ya desde muy niña, a los 4 años, el Espíritu Santo la conforma con Cristo, regalándole sus dones en la Confirmación el día 14 de julio de 1940.

Muy joven, siente que el Señor la quiere para Él en la Vida Consagrada y ella, diciéndole Sí, como maría, ingresa en la Congregación de Discípulas de Jesús el 21 de enero de 1953. El 22 de julio toma el hábito y al año siguiente, en Valladolid, el 23 de julio hace la primera profesión religiosa. Es en 1959, también en Valladolid cuando ratifica ese primer Sí con la profesión Perpetua.

 

 

Es un Sí definitivo y en fidelidad que ha ido prolongando cada día en cada uno de los apostolados que ha ido desempeñando. Siempre en total disponibilidad a lo que el Maestro le pedía a través de sus Superiores. Así, desde el año 1954 hasta el día de hoy ha ido haciendo realidad la frase de nuestro Fundador “las Discípulas de Jesús irán donde se dé mayor gloria a Dios”.

Ha ido de Comunidad en Comunidad donde ha sido necesaria su presencia, dejando una estela de entrega y amor, tanto en los colegios como en las casas sacerdotales.

Así, tras la primera Profesión, va a la casa de arte en S. Isidoro, León. Entre los años 55 al 63 desempeña su labor en las casas sacerdotales de Murcia, Salamanca y León.

En 1963, fue destinada por primera vez a Orihuela, al Colegio Jesús Maestro. Volvió a León en el año de 1969, esta vez al Colegio y, tras 7 años, pasó también en León a la Colegiata de San Isidoro como Superiora de la Comunidad.

Nuevamente ejerció como profesora de 1977 a 1994 entre los Colegios de León y Valladolid. En 1994 hasta 1998 permaneció en el Colegio de León como Superiora. Y en 1998 volvió a Orihuela a este querido Colegio diocesano de Santo Domingo.

Como ella decía, “aquí comencé y aquí termino!”

Ayer, 20 de octubre de 2011, cuando nos disponíamos a celebrar la Eucaristía, ella quiso celebrarla con nosotros de otra manera, a la manera de dios, y ya, en una Eucaristía perenne. Desde el cielo, Ana María, intercede por nosotros.

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