Colegio Diocesano Santo Domingo, Claustro de la Universidad, 18 de mayo de 2012

Estimados:

Padre Director y Padre Javier, Directores Académicos y Equipo Directivo, Hermanas Discípulas de Jesús, profesores todos, Asociación de Madres y Padres de Alumnos, queridos papas y mamas, hermanos y familiares, compañeros y amigos, buenas noches y bienvenidos todos. Nosotros, en nombre de todos nuestros compañeros, queremos daros las gracias por estar aquí y acompañarnos en este día tan significativo. Hoy, finaliza una gran etapa de nuestras vidas y da comienzo un nuevo reto.Hace quince años pisamos por primera vez estas piedras y comenzó esta aventura que aquí acaba, de la cual tenemos todo tipo de recuerdos, buenos y malos, pero los que guardamos en el corazón son aquellos que jamás olvidaremos. No solo recuerdos, también personas, que nos han acompañado en este largo caminar y han marcado en nosotros un antes y un después. Entre ellos, profesores que ya no están en el colegio, pero que hoy han vuelto para estar con nosotros, y otros que no han podido venir, pero seguro que, donde quiera que estén, se acuerdan de nosotros y nos desean lo mejor.

Es inevitable recordar esos primeros días de colegio, nos despertábamos, nos vestíamos y preparábamos la mochila (el almuerzo, el babi y una muda por lo que pudiera pasar).Ya dispuestos nuestros padres nos traían al colegio, pero era llegar y montar la rabieta. Sabíamos que teníamos que venir, y nosotros queríamos venir, pero no queríamos que nuestros padres se fueran. Al rato de irse los papas se nos olvidaba y lo pasábamos genial, pero el numerito no se podía borrar y el papa o la mama ya se había ido con pena a trabajar.

Una edad difícil, sobretodo, para los padres, que no podían soportar nuestras caritas de pena cuando queríamos algo, y es que éramos los reyes de la casa. Aunque al llegar a clase la cosa cambiaba, habían demasiados reyes de su casa.

Fuimos creciendo, dejamos el babi, salimos del corralito y empezamos a llenar la mochila de libros, y cada vez más. Aunque no podían faltar los momentos de diversión, tiene que haber de todo: festivales, visitas de los reyes, fiestas de cumpleaños, campamentos y excursiones: Como la excursión al parque de bomberos, donde por un momento nos sentíamos salvadores del mundo,  la excursión a la Granja Escuela, la visita a la casa de Miguel Hernández, al teatro circo, a Terra Natura, donde nos decían: “No tocar el cristal que los animales se ponen nerviosos”, y ahí estábamos todos intentando tirarlo a bajo; a Mundo Mar…, a todas partes. A todas partes, pero siempre con la intención de pasarlo bien y aprender cosas nuevas.

Crecíamos y crecíamos, no solo en edad y altura, también, mentalmente. Crecíamos como personas. Empezábamos a ser más conscientes de la importancia de las cosas y un poco más responsables.

Entonces, decidimos hacer la Primera Comunión, y no solo por los regalos, sino porque, realmente, queríamos recibir por primer vez el Cuerpo de Cristo.

Pasaban los cursos y los años y la cosa se iba complicando cada vez más. “¡Teníamos que estudiarnos dieciséis páginas para un examen! ¿A quién se le ocurre eso? ¡Es imposible!”. Pero al final lo lográbamos. Llegaba una edad difícil, la “edad del pavo”, en algunos casos, la del avestruz. Una edad indeterminada (algunos todavía estamos enfrentándonos a ella) en la que la palabra más utilizada es yo. Para todo, yo, mi, me, conmigo. Siempre creíamos tener la razón, aunque no fuera así, pero ya nos buscaríamos las artimañas para salirnos con la nuestra. Los sentimientos estaban a “flor de piel”, “a mi me gusta éste pero a éste le gusta la otra”, y las travesuras tampoco faltaban.

Una edad complicada, a la vez que empezábamos un nuevo ciclo, la Secundaria. Conscientes de lo que eso significaba, de todo lo que nos esperaba, entonces, nos dábamos cuenta de los valores adquiridos durante los años pasados: como esfuerzo, “el que algo quiere algo le cuesta”, amistad y compañerismo, “la unión hace la fuerza”, respeto. Cada vez más maduros, aprendíamos grandes e importantes lecciones de manos de estupendos expertos en la materia de la experiencia.

Gracias por todo lo que nos habéis enseñado.

Ana Parra Cerezo

 

Y llegamos a la ESO: Recuerdo que empezamos esta etapa con mucha ilusión. ¡Ya éramos mayores! ¡Ya no podíamos llevar pantalón corto!

Durante esta época hacíamos sufrir mucho al profesorado, sobre todo a los sustitutos, que nunca lograban hacernos callar.

Y como no, aquellos viajes inolvidables como los de la nieve o el viaje a Granada, donde por primera vez nos despedíamos de los padres, aprendiendo a ser más independientes y a convivir con los compañeros. Aunque a los dos días de habernos ido ya queríamos volver.

Después de lo pasado, hoy es un buen momento para responder a una pregunta que abre y cierra una etapa importante en nuestras vidas: Nuestro paso por la Educación Secundaría en Santo Domingo.

¿Qué nos ha aportado este colegio?

Son muchos los valores que hemos recibido:

El respeto hacia uno mismo y hacia los demás, afrontar los problemas por complicados que sean, profesores con alto nivel y mucha paciencia, compañeros que te ayudan en cada momento, verdaderos amigos que dentro y fuera del centro están a tu lado, enseñanza personalizada, orientación académico- profesional, motivación e ilusión por nuestro futuro, saber que no hay recompensa sin esfuerzo, ser solidarios con los que lo pasan mal, ser educados y cumplir las normas, en definitiva ser mejores personas.

En el colegio nos hemos sentido acogidos todos, y por ello aprovecho para animar a mis compañeros para que estudien, trabajen y sigan esforzándose por llegar a la meta, porque es posible y merece la pena.

Mencionar también a nuestros padres, que han seguido muy de cerca nuestra formación y educación, pues nadie crece solo. Pero no os pongáis tristes seguro que cuando vuelva de la universidad ya habéis pintado mi habitación o la habéis transformado en un vestidor y me toca dormir en el sofá.

Podéis estar seguros de que allá dónde vayamos llevaremos con cariño y orgullo el buen nombre de este Centro: Colegio Diocesano Santo Domingo, que un buen día creyó en nosotros, nos dio esperanza, y nos ayudó a crecer como personas y a realizar nuestros sueños.

¡ Muchas gracias ¡

Acabada secundaria llegó Bachiller donde nos creíamos “los mayores”.

Benjamín Rocamora Ruiz

 

Como bien ha dicho mi compañero, estos 2 últimos los hemos pasado en bachiller, donde hemos vivido experiencias inolvidables.

Todo empezó aquel miércoles 15 de septiembre de 2010. Estábamos en la puerta del colegio saludándonos después del verano, nerviosos, porque empezábamos una nueva etapa, la más dura y difícil hasta ese momento, y teníamos un nuevo director, al que nadie conocía.

A partir de ese instante empezó a inundarnos la frase “aquí todo cuenta”, y es que nos
teníamos que esforzar al máximo y darlo todo, pero a nosotros nos gustaba mucho la juerga, y buscábamos cualquier escusa para no estudiar. Los temarios eran el doble, incluso el triple, que en secundaria, los conceptos mucho más complejos… En definitiva, todo era como una gran montaña a la que no le veíamos la cima. Y para hacer más leve la subida, nos fuimos unos días a Italia a convivir y a disfrutar de un entorno diferente, aunque la comida siempre era la misma: pasta de 1º, pollo de 2º, y gelatto de postre. Sin duda, fue un viaje inolvidable.

Acabó 1º, quizás no estudiamos lo suficiente, pero pasarlo bien fue el pan de cada día. Y por fin llegó 2º.

Recuerdo que el primer día dijimos de contar las veces que se diría en clase la palabra “selectividad” a lo largo de todo el año para hoy decirlas en este discurso. Ha sido imposible, los profesores nos han bombardeado constantemente con esa palabra, y en ocasiones los padres también, hasta tal punto que entre nosotros solo hablamos de eso. Pero aunque hay que estudiar más, nos gusta mucho hacer el payaso, y por eso hemos hecho una convivencia basada en el circo. Convivencia que ha requerido de mucho trabajo y esfuerzo, y que nos hemos tenido que quedar muchos mediodías y tardes a ensayar o a preparar cosas.

Tras la convivencia, hicimos un viaje exprés a Madrid de 2 días para ver el apasionante musical del Rey León. Y como todo no puede ser bueno, llegaron los exámenes finales, y junto a ellos, tensión, nervios, preguntas de última de hora: “Oye, ¿cómo era la fórmula para calcular el pH?” y “la primera Constitución española, ¿en qué año se hizo?”… y es que la sensación de que no te sabes nada es algo que todos sentimos los minutos antes de un examen… Esta mañana hemos hecho el último, y ahora, nos estamos graduando. Por fin hemos alcanzado la cima, y si hemos llegado hasta aquí ha sido gracias, en primer lugar, a los padres, que en su día tomaron la mejor decisión para nosotros, había muchos colegios, pero ninguno como el Colegio Diocesano Santo Domingo, y en segundo lugar, a los profesores, que durante todos estos años han sido nuestros pilares. Han aguantado las rabietas de pequeños, nuestros enfados de mayores, y algunos problemas más, y es que cuando nos decían: “nene, tira el chicle” o “métete los faldones por dentro”, nosotros pensábamos: “otra vez con lo mismo, ¡qué pesados!” pero ellos lo hacían con la finalidad de formarnos como personas. Muchos de ellos ya no están aquí, algunosjubilados, y otros, como la hermana Ana María, que nos han dejado a lo largo del camino.

Además de ser profesores, los tutores que hemos tenido en bachiller han sido algo más. Guzmán, Inma López, Marilés y Ángeles Mª Conesa,  en 1º, y Encarna, Gloria, Mercedes y Marilés de nuevo, en 2º. Nos han ayudado todo lo que han podido y más, y nos han animado tanto para que estudiemos que en ocasiones nos han hecho creer que llegaríamos a la Nasa. Por todo ello, gracias.

Hoy, 18 de mayo de 2012, acaba nuestra última etapa en la vida escolar. Dejamos de ser los mayores del cole. Y nos vamos, pero no diciendo adiós, sino hasta luego, porque volveremos a estos muros de piedra antigua que han sido nuestra segunda casa. Profesores, no os vais a librar tan fácilmente de nosotros, vendremos a visitaros, y también a las nuevas generaciones, para contarles las experiencias que nos depara el futuro.

Muchas gracias.

Joaquín Antonio García Pastor

 

Parece mentira que hayan pasado ya 15 años, en algunos casos más en otros menos, desde que cruzamos por primera vez la entrada de este colegio. Ahora podría ponerme nostálgica  e ir recordando cada momento único de esos años pero yo me voy a quedar con el todo, además sé que tenéis ganas de fiesta así que iré abreviando.

Cuando  vimos cerca este día nos dimos cuenta de que no queríamos que esto acabase. Algunos pensarán, claro, tantos años allí, los compañeros, los profesores, sí, todo eso está muy bonito, pero no;  no queríamos que acabase por que llegaban los finales. Todos los años nos enfrentamos a esos terribles días de agobios, estrés, pánico, y los lloros del que no se lo sabe y siempre resulta saberlo. Días en que sentimos que la cabeza está apunto de explotarnos como nos digan que entra algo más. Pero este año la cosa era diferente, era peor. Todos los días teníamos la cuenta atrás, “Quedan dos meses, uno, quince días…”, “Pero, ¿Sabéis lo que os jugáis?”, “Que no os da tiempo eh”. Aunque bueno al menos hacían el amago de tranquilizarnos: “Pero que no cunda el pánico, que sé que lo habéis llevado todo al día” y claro, el pánico cundía. Pero no es hasta  ahora, estando aquí, cuando somos de verdad conscientes de que se acabó, de que hemos terminado. Cuando nos damos cuenta de lo vivido entre estas paredes. Desde luego  lo hemos pasado bien, hemos reído llorado y tenido miles de expectativas.

Algunos estamos aquí desde siempre, hemos crecido aquí como una gran familia. Tanto profesores como amigos nos acompañaron y estuvieron con nosotros a lo largo del trayecto con ellos hemos compartido miles de momentos, hemos ido construyendo días, meses y años inolvidables.  No faltaron las riñas, momentos tristes o duros, seamos sinceros, pero todo ello al fin y al cabo nos hizo llegar hasta aquí y ahora. A ser como somos y a estar con las personas que están sentadas a nuestro lado, a conocerlas y a respetarlas y a que ellas pudieran hacer lo mismo con nosotros. Esos  compañeros que te han dado consejo para cualquier cosa. Porque pasamos de ser conocidos a un grupo de amigos, a dar todo lo que estaba en nuestra mano por el otro. Nuestras vidas se entrelazaron,  formamos parte ya de cada uno y a la vez de la historia de todos.

Nada volverá a ser igual porque hoy nos graduamos. Ahora llega el momento de la separación, de que cada cual decida su destino, tanto profesional como personal. Pero antes quiero recordar que caminos distintos no significa vidas separadas, ni olvido, ni un final, sino un nuevo comienzo. Porque vamos a demostrar que somos más que aquella cifra con la que se nos calificó, somos personas, marcadas sin lugar a dudas por este gran colegio que nos ha dado educación, razón, moral, pero sobretodo conocimientos, unos conocimientos que nos permitirán salir al mundo y demostrar de que estamos hechos, porque hemos superado una meta y desde ya nos preparamos para las siguientes.

Unos se irán a estudiar a otras ciudades, otros se quedarán, tal vez nos separemos aquí, pero lo que importa es lo que viene ahora; dicen que el mejor de nuestro veranos, dicen que una experiencia única en la universidad, pero lo que queda es una vida por delante y miles de sueños por cumplir. Espero veros a más de uno en esa nueva etapa de nuestras vidas.

Muchas gracias a todos.

Miriam Vicente Marcos

]]>