Nos alegramos en la designación del P. Daniel que nuestro Obispo D. Jesús Murgui ha hecho como Director del Equipo del Secretariado Diocesano de Infancia y Juventud de la Diócesis. Al mismo tiempo lametamos que deje nuestro colegio en el que ha trabajado apasionadamente estos dos últimos cursos. Lo ha hecho impartiendo clases, trabajos del PPV, celebraciones y acompañamiento de alumnos en el proceso del proyecto personal de vida. Mucho tenemos que agradecerle y manifestarle nuestro reconocimiento y apoyo.

Pienso que no se va del Colegio, nos une el trabajo por los jóvenes, la construcción de personas que piensen, amen y actúen según el modelo que es Cristo. UnEstaremos con él en el próximo curso alinenando proyectos de Juventud y mirando la JMJ Cracovia 2016.

Un abrazo. P. José María

HOMILIA DEL P. DANIEL EN LA EUCARISTÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS EN EL FINAL DE CURSO con los profesores y personal del Colegio. 30 junio de 2015.

Tengo ante los ojos, Señor, tu bondad. (Sal 25). La tengo ahora, y la he tenido durante todo el curso y a lo largo de estos dos años que me has regalado al poder compartir la tarea evangelizadora que Tú mismo nos has inspirado en esta tierra bonita del Colegio Diocesano Santo Domingo. Tu bondad Señor, son mis hermanos sacerdotes, son mis hermanas tus fieles Discípulas de Jesús, son todos estos compañeros que forman el claustro de profesores, son mis compañeros de la Administración y el Servicio de esta casa, son el coro misionero, son quienes no pueden estar aquí porque les has encargado la difícil tarea de cuidar de la enfermedad o de vivirla en sus propias carnes, son y han sido todos los chavales del cole junto con sus padres y familiares, y cómo no, son también esos hermanos nuestros que duermen ya el sueño de la paz. Todos, Señor, son la viva expresión de tu bondad. En ellos he reconocido que sigues vivo y actuante en medio de nosotros, porque sólo tú Señor, eres el Dios de la historia.

Queridos compañeros, estamos celebrando con un gozo inefable este gran misterio de nuestra fe. Digo inefable al gozo que compartimos, no sólo porque hoy es el último día de trabajo antes de tomar las vacaciones, sino porque son inenarrables las maravillas que Dios ha hecho en nuestra vida a lo largo de este curso escolar, pastoral y de discernimiento en la vida de la Iglesia y para servir a la misión. Por eso, dad gracias conmigo al Dios altísimo porque ha estado grande con nosotros. Y demos gracias de la única manera que sabemos hacerlo y como la Iglesia nos ha enseñado que es celebrando Eucaristía,

Yo pienso que hoy se trata de traer a esta mesa del pan y de la palabra todo lo vivido a lo largo de este año, que no ha sido poco, muestra de ello son nuestras fuerzas desgastadas por el duro trabajo del Evangelio. Pero creo de verdad que no tendría ningún sentido nuestra tarea educativa desde cualquier campo de esta casa si hoy no hiciésemos memorial y recuerdo de cómo Dios ha ido entretejiendo nuestro proyecto educativo y nuestro afán que es el suyo, de educar a personas cristianas con el horizonte de convertirlas, por pura gracia, en esas personas maduras que hablen en su vida las tres mejores lenguas que se conocen: la de la mente, la del corazón y la de las manos.

Y si caemos en la tentación de no evaluar todos los esfuerzos realizados a lo largo de los meses, aquí y delante del Señor, sino que nos conformamos con mirar atrás a ver que se ha quedado pendiente o cuál es nuestra añoranza de las cebollas de Egipto y la ollas de carne, tengamos todos presente que lo más probable es que, como a la mujer de Lot, a nosotros también nos pase que nos convirtamos en estatuas de sal inmóviles e impasibles que sin ninguna proyección somos incapaces de descubrir lo que Dios nos tiene preparado: la aventura de un nuevo proyecto cargado de fortalezas, donde nuestros chavales y nosotros mismos seamos capaces de conocer la verdad con esa inteligencia que Dios nos ha dado, para amarla con el corazón como si de un tesoro se tratara, para servirla con nuestras manos hasta caer exhaustos por conseguir con el Espíritu Santo que se destierren de nuestra vida, la mentira, la falsedad, la falta de comunión, el acomodamiento, la doblez en la vida, el engaño y tantas y tantas artimañas del demonio con las que no quiere que el Reino de Dios crezca entre nosotros y sea su justicia la que de verdad reine en nuestros corazones.

Te lo dice el Señor en esta mañana y en esta palabra suya: no seamos cobardes y llenémonos de su confianza porque él es capaz de ponerse en pie e increpar al viento y al lago y calmar toda tempestad.

Señor, hemos estado toda noche bregando y tenemos el amargo sabor de boca de no haber pescado nada. He aquí a un sinfín de testigos tuyos que se han dejado la piel por anunciar tu amor y tu resurrección en muchos ambientes que para nada entienden que sólo tú eres lo más importante y que sólo por ti, vale la pena entregar la vida.

A mí me da casi vergüenza hablar de esto y a vosotros en esta mañana. Creo que con más razón, con más años y con más testimonio de vida, podrían haber hecho esta homilía mejor que yo Teresa, Paco, Rosina o Josefina. Estos hermanos nuestros que hoy se postran delante de su señor y le entregan en sus manos los frutos del trabajo siempre bien hecho. Y como siervos que han hecho lo que tenían que hacer escuchan de la boca de su amo aquello que un día les dijo el señor: como habéis sido fieles en lo poco, recibid ahora el premio del descanso. Bendigo al Señor por vuestra entrega y generosidad a esta santa casa donde Dios habita. Ojala y todos podamos llegar al final de nuestra carrera con el convencimiento y el gozo como ahora llegáis vosotros, de no haber sido meros trabajadores funcionarios sino jornaleros de la viña del Señor.

Escribí estas palabras para la homilía porque no me quería alargar demasiado. Mucho me temía que se podía calentar la cerveza que nos aguarda. Pero sí quería recoger en este escrito lo que he rezado, lo que he vivido, y lo que Dios me ha querido regalar en todo este tiempo que para mí ya termina porque lo tiene que continuar Pepi a la vez que lo combine con ese ministerio sagrado de la maternidad.

Gracias Señor, porque me has dado hermanos para trabajar con ellos en tu reino y servirte a ti y sólo a ti de la mano de tu madre la Virgen Santísima. Feliz Verano a todos pero mejor, Feliz descanso merecido que sigue siendo parte de nuestro proyecto personal de vida, porque hasta en vacaciones Dios se empeña y se desvela por las noches para que Tú y yo seamos felices. Que Dios os bendiga y os pague tanto bien como me habéis hecho. Bendito seas mi Señor.   

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