Los alumnos de Bachillerato, que participamos en la Peregrinación a Caravaca de La Cruz, organizada por la Pastoral Juvenil de nuestra Diócesis, queríamos contaros la increíble experiencia vivida el fin de semana del 20 al 22 de octubre, donde pudimos conocer jóvenes de nuestra edad de diferentes parroquias de la Diócesis, con los cuales compartimos momentos maravillosos llenos de risas que hicieron muy agradable nuestra caminata, momentos de abrirnos con el otro y compartir problemas y preocupaciones, y momentos de encuentro con El Señor, que nos han hecho madurar en la Fe.
El viernes por la noche fuimos acompañados por nuestro Obispo Don José Ignacio en la celebración de la vigilia de envío, en la capilla del colegio con todos los peregrinos.Esa noche dormimos en el Colegio y pudimos observar de primera mano, lo que sorprende conocer nuestro colegio y lo asombrados que quedaron las personas que no habían tenido la oportunidad de visitarlo nunca. Sin duda alguna, fue algo que nos llamó la atención y nos hizo mucha ilusión.
Sábado, por la mañana, cogimos un autobús que nos dejó en Mula (primera parada de nuestra peregrinación) y comenzamos nuestra caminata cargados de piedras, en representación de nuestras debilidades y vulnerabilidades, para ofrecerlas a Dios. Ésta primera etapa finalizó en Bullas, tras haber superado con alegria un largo camino de 21km. Fuimos muy bien acogidos en el colegio Amor De Dios, donde nos facilitaron todas nuestras necesidades. Allí descansamos, comimos y hablamos. Pero lo más importante de esa tarde, fue el desprendernos finalmente de esas piedras y dárselas al Señor por medio de la Confesión, para que Él nos aliviara y de esta forma sentirnos en Gracia y recibir ese abrazo misericordioso del Señor. Y así fue.
Al día siguiente, con nuestras camisetas azules hechas para ese día, salimos a por la última etapa hasta llegar finalmente a nuestro destino. Saliendo desde Bullas y continuando nuestra peregrinación por la senda (indicada con fechas de color rojo y blanco) seguimos peregrinando bajo la sombra (y una poca lluvia que nos cayó) de forma positiva y optimista con nuestros nuevos amigos, cantando, bailando y haciendo el tonto mientras saludábamos a los ciclistas y corredores que nos íbamos encontrando.
Finalmente, tras hacer una parada para comer, conseguimos llegar a la ciudad de Caravaca y subir todas sus cuestas, hasta alcanzar su punto más alto donde se encontraba la Basílica, llenos de alegria y júbilo. En el interior pudimos adorar el famoso relicario que se conserva en ella:
un trocito de madera de la Cruz donde murió Jesús, traída directamente desde Tierra Santa. Celebramos la Santa Misa en un lugar único y poco conocido: una especie de fosa de la antigua muralla de la localidad murciana. Todo un privilegio, nunca antes nadie había celebrado una Eucaristía en este lugar, donde también se nos entregó la “Caravaquense”.
Esta experiencia nos ha regalado el conocer personas maravillosas, el darnos cuenta del amor De Dios al morir en la Cruz por nosotros y el ilusionarnos con los nuevos proyectos que nos esperan.
Ana García y García de Consuegra Natalia Pérez Calleja