Muy queridos AMIGOS: En esta noche tan entrañablemente acogedora, en la que se entremezclan el gozo y el dolor, permitidme que salte el protocolo de saludos y os llame de esta manera: AMIGOS.
Con motivo del 75 aniversario del martirio del Beato Pedro Ruiz de los Paños, al ritmo de las “estaciones de una vida” hemos ido desentrañándola “en clave de DON”, es la vida de nuestro querido y venerado D. Pedro.
Con él, a través de las Conferencias de estas semanas, las Discípulas de Jesús, nos hemos ido acercando a muchos corazones oriolanos. Mirando hacia atrás, desde 1953 que la Congregación llegó a Orihuela, hemos ido compartiendo con vosotros, el Carisma inspirado por el Espíritu a nuestro Fundador para la Iglesia.
Nuestro Carisma Sacerdotal nos hace vivir con alegría, en ofrenda constante cada día, glorificando a Dios Padre, unidas a Jesús, Salvador de los hombres. Y sabemos que, como Discípulas de Jesús, tenemos un reto, el de compartirlo con vosotros, sacerdotes, religiosos y laicos. Lo hacemos a través de nuestro apostolado en casas sacerdotales, parroquias, misiones o colegios.
Aquí en Orihuela, en estos últimos años, insertas en la Comunidad Educativa del Colegio Diocesano de Santo Domingo, se nos ofrece la oportunidad de encarnarlo siendo “puente entre Dios y los hombres”; de ahí el esfuerzo y empeño de las Discípulas de Jesús, para que, en este caso, a través de la educación, cada persona –niño, joven o adulto- descubra esa primera llamada a la vida como un canto de alabanza, para que se admire ante la maravilla de saberse hijo de Dios y crezca con un corazón agradecido y con una mirada limpia, aplaudiendo a Dios, descubriendo la misión que Él ha soñado para cada uno.
En los Colegios, de manera más palpable, tenemos la tarea de educar, de acompañar a los niños y jóvenes, a los profesores y familias, en un proceso de formación que ha de durar toda la vida.
Cada nuevo curso que se inicia, nos enfrentamos a nuevos retos, nuevas metas, siempre en búsqueda de la transcendencia, para ir sembrando semillas de vocación, semillas de Dios en cada corazón.
Es un camino largo, a veces arduo, pero a la vez fascinante. Creo que las Hermanas lo han experimentado a lo largo de estos años como integrantes de la familia educativa de Santo Domingo y han ido dejando parte de su vida en esta tarea de acompañar procesos vocacionales incipientes.
Ahora, en este momento, por circunstancias conocidas, quisiera tener un recuerdo especial por Hna. Ana María Marcos, tan querida por todos. Sea también un gesto de gratitud y reconocimiento a la labor discreta y callada de todas mis Hermanas que han pasado por esta Comunidad, sin desestimar la misión que todas las Discípulas de Jesús realizan en cualquier rincón donde tenemos presencia. Lo digo con mucha humildad, reconociendo los dones que el Señor les ha regalado a cada una y consciente de nuestra pequeñez y fragilidad.
Gratitud y reconocimiento también a todos vosotros por todo el aprecio y afecto que nos demostráis. Porque nada más pisar esta tierra se nota el cariño y la estima hacia ellas, así como el de ellas por vosotros. Salimos ganando: damos un poco y a cambio recibimos tanto… especialmente, ahora en estos momentos difíciles, en los que los amigos se necesitan, sabemos que ahí estáis y nos sentimos muy queridas. Por ello, después de tanta palabra, queda todo simplificado con un GRACIAS, muy grande,…
GRACIAS por el entusiasmo en la preparación de este evento. Si ha sido posible realizarlo es debido especialmente al ánimo y el empeño de D. Gregorio Canales Martínez, Director Académico de la Sede universitaria de Orihuela –Universidad de Alicante- y a D. José María Fernández-Corredor Soriano, Director del Colegio Diocesano de Santo Domingo.
GRACIAS a todos los ponentes que nos han hecho más cercana la figura de D. Pedro y la presencia de las Discípulas de Jesús en Orihuela.
GRACIAS, como no, a nuestro querido Obispo D. Rafael Palmero, que como pad
re y pastor, está pendiente de las Hermanas mostrándonos su cariño y dedicación. Gracias, D. Rafael por su presencia esta noche aquí.
GRACIAS a todos por esta oportunidad de compartir la fraternidad y la amistad en nombre del Instituto Discípulas de Jesús, a quien tengo la gracia de pertenecer y servir.
Evocando la frase de D. Pedro, “El amor hace fácil lo difícil”, os animo a seguir por este camino de gratitud y de amor. Y termino con unas palabras de la canción compuesta con motivo del 75 aniversario que celebramos:
“Dar la vida es la gran prueba del Amor”
“No temáis, aunque la noche se haga larga,
para siempre y para todos habrá Luz”
“Como tú, Pedro, queremos ser de Dios”
¡¡¡¡MUCHÍSIMAS GRACIAS!!!!
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