Nos lo tomamos en serio y por eso nos preparamos antes de recibir el sacramento de la Confirmación. Salimos a la montaña para tener un día de retiro, al abrigo de la Virgen, encomendándonos bajo su protección. Reflexionamos sobre los dones del Espíritu Santo y nos damos cuenta de que se nos regalan “unas llaves” que pueden ir abriendo las puertas de nuestro corazón a la presencia de Dios en nuestra vida. Con mucha alegría recibimos el regalo del perdón y damos gracias a Dios. ¡Qué gran día!
¡Ahora sí que estamos preparados!
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