GRADUACIÓN DE BACHILLERATO. DISCURSOS DE ALUMNOS En la tarde-noche del 20 de mayo de 2016. 

(José Manuel Campillo García)

Buenas noches:

 Queridos padres, familiares, director, sacerdotes, profesores, tutores, amigos y compañeros. Bienvenidos seáis a la graduación de los alumnos de Segundo de Bachillerato en lo que será nuestro último día en este centro.

La verdad  es que se me hace difícil estar dando el último adiós a este colegio que tanto nos ha aportado a todos, tanto a alumnos como a  profesores.

Creo que todos y cada uno de nosotros vamos a llevar un pedacito de Santo Domingo dentro de nuestro corazón y que nunca olvidaremos todos los buenos momentos que hemos disfrutado juntos.

Es imposible no recordar las innumerables experiencias vividas en el  colegio y de las que hemos formado parte. Desde maratones solidarios, donde nos volvíamos locos animando a nuestros compañeros,  hasta todas y cada una de las excursiones donde hemos podido divertirnos como una gran familia, sin olvidar el Viaje a la Nieve, ese viaje de estudios que tiene lugar cada año en el que durante una semana podemos experimentar y compartir, como si fuéramos hermanos, los valores que nos transmite el colegio. Y cómo no, qué puedo decir de las convivencias, todos esos maravillosos días donde hemos participado siempre juntos, desde bien pequeños, aportando nuestro granito de arena y disfrutando de todos y cada uno de los bailes y actividades que siempre nos preparaban los mayores.

Pero, no solo podemos quedarnos con esos momentos concretos. También nos llevamos otras muchas cosas: las incontables clases con unos maravillosos profesores que siempre han velado por nuestro bien. Nos llevamos los recuerdos donde hemos actuado todos juntos para tomar decisiones importantes. Y, lo más importante de todo, el cariño y la amistad de todas esas personas que hemos conocido, con las que hemos vivido momentos increíbles, con las que hemos reído y disfrutado sin importar que pasara el tiempo, y con las que seguro que no solo yo, sino todos nosotros, llevaremos en nuestro interior como  allí donde vayamos.

Todo esto y mucho más es lo que hemos podido disfrutar de este increíble lugar que tantas cosas nos ha aportado. Santo Domingo nos ha enseñado a ser persona, a tener unos valores, a afrontar los momentos difíciles con una gran sonrisa, y además de todo esto, nos ha regalado personas muy importantes que siempre llevaremos con nosotros a lo largo del camino.

 

(Germán Rufías Casanova)

Parece increíble que todo el tiempo que llevamos en Santo Domingo tenga que terminar, pero no creo que eso sea motivo de pena, sino de alegría y orgullo.

En estas ocasiones siempre tendemos a recordar los momentos que hemos pasado aquí; tanto buenos como malos. Sobre todo en esta última etapa, centrada en gran parte en el estudio, hemos vivido momentos muy tensos y situaciones muy agobiantes por selectividad y los exámenes, pero nada fuera de lo común, por tanto, ¿por qué no recordar todo aquello que nos ha hecho reír y disfrutar de este colegio?

No se pueden pasar por alto todas las actividades que realizamos en Santo Domingo: maratones, convivencias… como ya ha citado mi compañero. Pero si de recuerdos se trata, creemos que los viajes destacan de un modo especial.

De Granada, cómo vamos a olvidar aquellas visitas tan emotivas  a las iglesias o los ratos libres que pasábamos de bar en bar probando aquellas maravillosas tapas, las vistas impresionantes desde el Albaicín y, como broche de oro, aquel tablao flamenco en el que algún que otro compañero y profesor se animó a bailar como si lo llevasen haciendo toda la vida. Nos hicieron reír como auténticos enanos.

Posteriormente pasamos a bachillerato, y ya vinieron las prisas. Estos dos años han sido muy duros para todos nosotros, mirando notas de corte, haciendo cálculos para ver si llegábamos al 5…

Momentos duros que necesitaban ser olvidados de alguna manera y, aunque fue el año pasado cuando salimos de España para adentrarnos en el país de la pasta, los recuerdos afloran día tras día, porque fue un viaje increíble.

No creo que nadie pueda olvidar los tres primeros días en Roma con sus caminatas interminables, que nos agotaban de una manera impresionante. Y, qué decir, de aquellas noches contándonos mil historias hasta que no podíamos ni con nuestro cuerpo. También aquellos menús de carne, pasta y tiramisú. No podemos olvidar la alegría del padre Jesús que nos alentaba día tras día para que no nos  desanimásemos. Fue un viaje tan satisfactorio e increíble que algún compañero se quiso quedar un poco más de tiempo…

Pero, sin duda, nos quedamos con aquella canción que nos emocionó en ese puente de Florencia y que todos entonamos juntos como una familia. En ella se resume todo nuestro viaje y, nuestro paso por el colegio.

Recuerdos imborrables que nunca olvidaremos cada vez que oigamos  el nombre de nuestro Colegio Diocesano Santo Domingo.

Muchas gracias.

 

(Paula Sala Garrido)

Ahora parece que da pena recordar cualquier momento, porque durante estos días ha habido demasiadas últimas veces: el último examen de Inglés, la última clase de Lengua, el último cumpleaños feliz que nos cantamos aquí o la última vez que jugamos con Derek.

Aunque hace un mes parecía interminable, e intentábamos disfrutar de todo al máximo: estar con nuestros amigos, reír antes de un examen, e incluso después, cuando nos acordábamos de lo que se nos había olvidado poner.

En lo bueno y en lo malo estamos juntos, y lo agradecemos. Nosotros siempre hemos sido de jugar con el “por mí, y por todos mis compañeros”.

Pero ya sabemos a lo que tenemos que enfrentarnos, seamos capaces o no. Todo tiene un final: el verano, verte todos los días con tu mejor amiga, una buena canción… y un día llega septiembre, tienes que despedirte, y se para la música…

Incluso llega la Graduación y te das cuenta de que hoy dejas atrás la rutina: ya no venir a las nueve al colegio y hacerte a la idea de que debes enfrentarte a un futuro incierto. Es complicado de asimilar.

Esta noche tiene todos los ingredientes de un final. Hoy pasamos página y nos damos cuenta de que no queda libro, hoy abrazaremos a nuestros amigos como si mañana mismo se fueran a esa ciudad de la que tanto hablan…

Con el paso del tiempo, todo lo importante: los recuerdos, los amigos, las miradas mientras estaba el profesor repartiendo el examen…  permanecerán siempre con nosotros. 

No lo recordaréis, pero con dos años y medio o tres, nuestros padres nos dejaron por primera vez en el colegio y ninguno sabía cuál iba a ser su futuro; nos dejábamos llevar y confiábamos en que todo saldría bien.

Hasta hoy, que estamos aquí, y la mayoría aún tenemos dudas, pero seguiremos adelante, y confiando, porque hace años lo hicimos y nos fue bien.

Estoy segura de que si no encontramos nuestro destino, él será capaz de encontrarnos a nosotros. Y entonces, nos daremos cuenta de que todo aquello que creíamos que eran callejones sin salida, no son más que la línea recta que nos lleva a quien estamos destinados a ser.

Saldremos dentro de unos años siendo veterinarios, cocineros, abogados, pintores, arquitectos, médicos o lo que queramos, porque de eso se trata. Y aunque en Ameliè alguien dijo que no eran buenos tiempos para los soñadores, no somos la primera “Generación del 98” que a pesar de una época complicada, deja su huella en la  historia.

 Y, ¿por qué no?

Decía Albert Einstein: “Todos somos genios en algo”. Así que bienvenidos al fascinante viaje de encontrar ese “algo” con el que triunfar.

Hoy están aquí nuestros padres emocionados y orgullosos, igual que nosotros cuando terminamos un trabajo y decimos: “este es el mejor que he hecho nunca”.

Después de Segundo de Bachillerato, toca salir ahí fuera y sorprender al mundo; y cuando echemos la vista atrás, diremos: “Y yo pensaba que segundo era un logro y fíjate hasta dónde he llegado”.

Espero que tengáis las maletas bien cargadas de ganas porque otro importante viaje empieza hoy. Aunque, como dice la canción: “Qué bien se está aquí, Señor, no hay otro lugar donde estar mejor.”

 

(Claudia Montero Mora)

Como han dicho ya mis compañeros, algunos hemos crecido en este colegio; otros solo llevamos aquí unos pocos años. Nuestra vida, sin duda, ha cambiado mucho desde que entramos aquí por primera vez. Hemos aprendido mil cosas, y aunque algún profesor diga que seguimos comportándonos como niños de 1º ESO, hemos madurado. Madurar, en cierto modo, significa cambiar, evolucionar… Aquí despedimos una gran etapa, y nos adentramos en un cambio que nos aterra un poco.

De este curso nos llevamos muchísimos recuerdos: de clase, días de convivencia o los dichosos nervios por los exámenes. Pero lo que indudablemente nos llevamos de este curso, son los amigos que hemos hecho. De cada uno de ellos tenemos recuerdos a montones porque, al fin y al cabo, tantas experiencias hacen que nos hayamos convertido en una familia, una familia a la que, por desgracia, le toca separarse. Separarse para construir un camino, nuestro camino. En palabras de Antonio Machado: ‘Todo pasa y nada queda, y lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar’.

Pero cómo olvidarme de nuestros queridos profesores: una vez más seremos esa promoción que nunca pasó de la “norma 1” de Mario Montagud, la de levantar la mano para hablar. No podremos olvidar tampoco las clases de historia de Teresa Zapata, en la que todo parece una gran película, ni todos los motes que nos ponía Paco Solsona a lo largo del curso. O incluso Chumillas, la que tuvo que aguantar en Italia con escalones rotos por las habitaciones y todo.

Y luego están aquellos profesores que nos han acompañado en este último curso día tras día de una forma un tanto especial, como son Luisa, con sus mil y un textos latinos y griegos, Marilés con sus exámenes eternos, Luis Ruiz también con sus miles de ejercicios de un día para otro y Nieves, que me han contado que tiene un blog cargado de esquemas.

Y finalmente, me gustaría dar las gracias:

En primer lugar a nuestros padres, por haber decidido que este colegio era lo mejor para todos nosotros. Gracias a ellos hemos podido vivir algo muy bonito entre estas paredes y claustros.

Agradecer también a nuestros tutores, que han sido capaces de ayudarnos, motivarnos y aguantarnos día tras día, para lograr llegar hasta el final.

Gracias a todos los profesores de Infantil, Primaria y la ESO, que nos han acompañado en este viaje.

Gracias también a todas y cada una de las personas que han hecho posible que estemos hoy aquí.

Gracias a este colegio, que no solo nos ha educado, sino también que nos ha enseñado a ser personas, personas que se despiden hoy aquí para como he dicho antes, comenzar un nuevo camino.

Muchas gracias a todos. Os echaré de menos.

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