(Aurora Parra García)
Sr. Director, Presidenta y Junta del AMPA, Claustro de Profesores, Hermanas Discípulas de Jesús, Sacerdotes,
Personal del Colegio,
Padres, Madres, Familiares y, en especial, a vosotros, los protagonistas del evento, los Alumnos, a todos, un cordial saludo.
Cuando me propusieron realizar el discurso de graduación, en representación de los padres de los alumnos de 2º de Bachiller, me quedé muy sorprendida, a la vez que emocionada y alagada; sabía que aceptar suponía una gran responsabilidad, y al mismo tiempo sentía la satisfacción de poder dirigirme a esta Comunidad Educativa: padres, profesores y alumnos; el reto merecía la pena; y mi mente y mi corazón se pusieron a funcionar, como si de una locomotora se tratara.
Pronto las imágenes y los recuerdos empezaron a amontonarse, rememorando aquellos primeros días de colegio.
¿Os acordáis?, cuando traíamos a nuestros hijos cogiditos de la mano, contentos e ilusionados, algunos llorando sin parar, con los mocos colgando, con sus uniformes nuevos, muy limpios y aseados; y nos poníamos delante de la puerta de la clase esperando a la profesora, que con una sonrisa en la boca, nos recibía dándonos los “buenos días”.
Era el momento clave. Nuestros hijos, alzaban su mirada, y sus ojos y los nuestros se fundían en el mayor acto de complicidad y de amor jamás visto ¡eran nuestros pequeños!, ¡nuestros tesoros más preciados!. De inmediato, empezaban a brotar de nuestros labios los consejos propios de unos padres, comprometidos y entregados, en este nuevo proyecto de vida: pórtate bien, haz las tareas….; y con un beso robado para no alargar más ese momento, nos despedíamos de ellos, dirigiéndonos rápidamente a nuestros quehaceres diarios; inquietos; pero a la vez tranquilos, porque sabíamos que habíamos tomado la mejor decisión, apostando por una educación que les haría crecer como personas, desde los principios, virtudes y valores más genuinamente cristianos, con un Claustro de Profesores comprometido, que viven su tarea educativa con vocación y dedicación; y donde muchos de nuestros padres, hermanos, y algunos de nosotros habíamos sido educados.
Y sin darnos cuenta, los días fueron trascurriendo, y nuestros hijos hicieron muchos amigos, y aprendieron a leer, escribir, sumar, jugar….; pero también a rezar, compartir, ayudar a los demás…; y lo más importante, a conocer a JESÚS.
¡Hemos pasado momentos inolvidables!
Aquella primera función de Navidad, en la que las madres nos afanábamos en confeccionar los vestidos de San José, la Virgen, los Reyes, estrellas, pastores…; para escuchar a nuestros pequeños cantar villancicos. Los festivales de fin de curso disfrazados de charlestón, médicos…; las excursiones a la playa; las convivencias; el día de la familia (cargados con las meriendas y la famosa “tarta” que con tanto cariño habíamos preparado para participar en el concurso).
Ellos hacían, cada vez, más amigos; y nosotros, los padres, compartíamos nuestras inquietudes, deseos, tristezas, alegrías e íbamos formando parte de esta gran familia del Colegio.
¡Son tantos los recuerdos que nos podríamos pasar horas contando y no acabaríamos!.
Y seguían creciendo, continuando en ese apasionante viaje, desde la infancia a la juventud. Iban aprendiendo y adquiriendo conocimientos nuevos, pero también participando en la catequesis, preparándose para la primera comunión; y más tarde su confirmación, completando ese proyecto educativo, católico y humano.
Luego vinieron, los concursos literarios de Semana Santa, la GPJ, los viajes a la nieve, las Olimpiadas de física, química, matemáticas, latín, griego, economía….; y el inolvidable viaje de fin de curso, a Italia, donde recibieron la bendición del Santo Padre, FRANCISCO.
Y sin apenas darnos cuenta, han ido pasando los años, y hoy, tenemos ante nosotros, a nuestros hijos, en uno de los días más importantes y emotivos de sus vidas, su GRADUACIÓN, la culminación de una etapa de formación y el paso a la edad adulta; pero también es un momento de encuentro y de acción de gracias a Dios por el itinerario recorrido.
Vinisteis con la maletas vacías; y ahora están repletas: de conocimientos, de valores, de recuerdos, de buenos amigos… y un sin fin de cosas. ¡No desaprovecharlos!. ¡Sed vosotros mismos!; trabajad, sed constantes; luchad, mostrar entusiasmo e ilusión por la vida y por las cosas. ¡Sed alegres y amar!.
El mundo es de los mejores y de los que buscan, sin desfallecer. Y si en algún momento, os encontráis perdidos o fatigados, nosotros estaremos ahí, para escucharos, apoyaros y daros consejo.
¡Estamos muy orgullosos de vosotros por el esfuerzo realizado!. Habéis pasado momentos muy duros, horas interminables de estudio, de falta de sueño, de nervios, de mal humor, pero todo eso ha quedado atrás. Os queda el último peldaño: la selectividad. Pero ¡ánimo, estáis preparados y lo vais a conseguir!.
Y nosotros, como Padres, tenemos que dar GRACIAS:
A Dios, por estos hijos que nos ha dado que son la alegría de nuestras vidas.
A nuestro querido Colegio Diocesano Santo Domingo, a los Profesores y a todo el Personal de este Centro, por su dedicación, entrega y cariño, por fomentar los valores humanos; y por participar en ese Proyecto Personal de Vida, que ha hecho de nuestros hijos, personas fuertes, responsables y maduras; intelectual y anímicamente; con capacidad de amar, con compromiso solidario, con fe, esperanza, caridad y sentido de la vida.
¡Habéis conseguido, el logro más importante, que sean “ FELICES”!.
¡Siempre os estaremos agradecidos!
Por último, quiero agradecer también, el compromiso de la familia: hermanos, tíos y muy especialmente, los “Abuelos”; que con su sabiduría y experiencia de vida, nos dan fuerzas, nos ayudan, nos quieren, y nos acompañan en este camino difícil de la educación. También recordar a los que no están, pero que velan por nosotros.
Y permitidme que finalice, compartiendo un poema, de la Madre Teresa de Calcuta, que me ha hecho reflexionar y aceptar, que nuestros hijos han de seguir sus caminos; pero con la serenidad y convencimiento, de que, entre todos, hemos realizado un gran trabajo y están preparados para afrontar un nuevo reto.
Dice así:
Enseñarás a volar…pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar…pero no soñarán tus sueños.
Enseñarás a vivir…pero no vivirán tu vida.
Enseñarás a cantar…pero no cantarán tu canción.
Enseñarás a pensar…pero no pensarán como tú.
Pero sabrás, que cada vez que ellos vuelen, sueñen, vivan, canten y piensen…
¡Estará en ellos la semilla del camino
enseñado y aprendido!.
¡Enhorabuena a todos! y muchas gracias.
Aurora Parra García, madre de alumna
Orihuela, a 22 de Mayo de 2015.
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