El pasado sábado 5 de junio, en la Parroquia Santiago Apóstol de Totana-Murcia, tuvo lugar la entrega de Premios del I Certamen Literario Ildefonso Moya, organizado por Cáritas Parroquial.
A dicho acto acudió nuestro compañero José Antonio Riquelme, para recoger el Premio conseguido con su obra: CARTA PÓSTUMA A D. ILDEFONSO MOYA MARTÍNEZ. Ante las Autoridades locales y la propia Familia de D. Ildefonso, Riquelme hizo alarde de las virtudes morales, humanas,espirituales y culturales que envolvieron la figura de este insigne PROFESOR a lo largo de su vida. Fue durante muchos años DIRECTOR TÉCNICO de nuestro Colegio y nos dejó un gran legado que todavía hoy sigue vigente entre nosotros. Un recuerdo imborrable sin lugar a duda.
Riquelme quiere agradecer a D. Guzmán Aldeguer, sus sabias valoraciones y puntualizaciones a la hora de consolidar y afianzar dicha Carta, que publicamos para conocimiento de nuestra Comunidad Educativa y deleite de quienes tuvieron la suerte de conocerlo, bien como profesor o como compañero.
📝CARTA PÓSTUMA A D. ILDEFONSO MOYA MARTÍNEZ.
Querido Amigo, Profesor, Compañero, Maestro e incluso PADRE. Sí, en multitud de ocasiones Vd. fue mi Padre Pedagógico. ¡Cuánto aprendí de su día a día, de su ejemplo cotidiano!.
Se preguntará por qué he tardado tanto en escribirle esta carta. Tras muchos intentos y acercamientos infructuosos. Recuerdo aquella noche del mes de marzo en la que sonó el teléfono y como si de una plegaria se tratase, su voz sonó al otro lado del hilo y mi corazón henchido de alegría vio la ocasión de decirle todo aquello que durante años había dormido en lo más profundo de mi ser. Sí, pude articular sin grandes problemas, las palabras justas, imprecisas, atolondradas; con temor a que lo más importante se quedara sin decir, pero al fin pude pronunciar lo que tanto tiempo anhelaba decirle: “ ¡ Gracias por haberme enseñado a QUERER mi profesión, a querer nuestro Colegio !.Ese que tantas alegrías y satisfacciones le proporcionó y a la vez tantos sinsabores que supo minimizar, porque su talante y hechura personal y profesional le hacía estar por encima de las dificultades que el día a día le demandaba y exigía en el cumplimiento de su tarea. Pero yo lo observaba. ¡ Con cuánta alegría y disposición cruzaba cada mañana el umbral de ese monumental y emblemático Colegio que siempre actuó como su Casa. Su camino siempre empezaba por la visita a la particular capilla en la que rezaba y se encomendaba cada mañana, demandando esa ayuda desde lo Alto que se hacía patente y presente cuando aparecía jubiloso y pletórico, radiante de optimismo; sirviendo de guía y ejemplo ante un colectivo de profesores y alumnos que lo demandaban buscando una mirada, un saludo, una palabra o sencillamente una sonrisa. Lo que más me impresionaba es que esta actitud apenas era perceptible al profano, al ajeno. Pero yo lo veía, lo observaba. Vd. era FELIZ, muy FELIZ en el Colegio, en su Colegio.
De alumno, quedaba admirado cuando sentado en el pupitre, en aquellas vetustos pupitres de madera, me transportaba a épocas pasadas. Escuchaba atónito y expectante sus locuciones, anécdotas y pasajes de la historia. Esas clases que no necesitaban de libro, que no se sustentaban en medios audiovisuales. Conseguía que nuestra imaginación volara y soñara con esas épocas pretéritas, imbuidas y preñadas de una concepción de la Vida y del saber estar que sólo Vd. sabía contar y narrar. Nuestros jóvenes y tiernos oídos despertaban y se desperezaban en el incomparable marco del Claustro del Convento.
Recuerdo con agrado su particular y personal forma de afrontar los exámenes. Cambiaba el cristal de sus gafas y las oscurecía para que no pudiésemos detectar la trayectoria de su mirada. Era sin lugar a dudas un juego, un desafiante juego intimidatorio, del que sabía salir airoso. Esto propició que muchos años después, cuando a todos y cada uno de aquellos imberbes adolescentes , se nos había caído el pelo o en el mejor de los casos pintaban canas; en esa inolvidable y memorable comida de la promoción de 1975, saliera a relucir la única ocasión en la que conseguimos copiarnos en su asignatura. La materia a estudiar se aglutinó en tres grandes bloques: el Románico, el Gótico y el Renacimiento. Todos nos pusimos de acuerdo para contestar o “ dar el cambiazo “, escribiendo sin excepción el Gótico, aunque Vd. hubiera preguntado el Románico. Conseguimos, como buenos hermanos, aunarnos en una causa común, aunque el fin no fuera del todo lícito. ¡Todo un acto de hermandad, compañerismo, solidaridad y madurez. Valores que nos transmitió desde la más tierna edad y que en este caso actuaron en su contra.
Al día de hoy, pienso que se percató de la jugada, pero que ante tal manifestación de FRATERNIDAD, no pudo más que sonreírse y aprobar a los osados y atrevidos alumnos que pergeñaron tal hazaña.
Luego vino el MILAGRO. El destino, el azar o quizás la Providencia, dirigió mis pasos hacia la docencia. Quería ser como Vd. . Enseñar con esa destreza y compromiso que resultaba tan determinante y convincente y además en el que era su Colegio y el mío. Nuestro Colegio. Enseñar no, educar. Volví a ser Feliz después de mucho tiempo. Era otra época distinta, sin lugar a dudas, en la que se ponía el acento en la labor primordial de todo docente: educar. Siempre insistía en que el alumno era un regalo que el destino ponía en nuestras manos y que había que saber modelarlo, moldearlo; intentando extraer de él todo lo bueno y positivo que llevaba dentro. Había que conseguir la EXCELENCIA de nuestros alumnos. Sobre todo a nivel HUMANO. Su lema era : “O la evaluación hace reflexionar al alumno o no habrá servido para nada”. O es un elemento estimulante o contribuirá a hundirlo más y cuestionar su autoestima. Se trataba de evaluar con criterio personalista.
Recuerdo con admiración su despacho. Aquel panel en el que minuciosamente confeccionaba los horarios. Cada uno de los docentes, éramos una minúscula cartulina que rotaba y giraba de un lado a otro con una precisión milimétrica. De su buen hacer dependía la marcha académica y estructural del Centro. Todo funcionaba con una exactitud prodigiosa. El resto ya quedaba a cargo de los timbres, que hacían su papel sin necesidad de que nada ni nadie los activara.
Acabo de extraer del fondo del baúl de los recuerdos aquella noche mágica en la que abandonamos la rutina del Colegio, para “ escaparnos”, junto con el Padre Virgilio a Murcia, al cine. Sin tan siquiera tiempo para cenar, para ver el estreno cinematográfico de esa joya pedagógica llamada “El Club de los Poetas Muertos”. ¡Cuántas
conclusiones! ¡Cuántas lágrimas de emoción!.
Su hospitalidad era otra de las virtudes de las que nos beneficiamos quienes tuvimos la suerte de frecuentar su retiro de la Santa. Esas comidas sin cupo de comensales. Las migas que su amigo el pastor convertía en un inigualable manjar y que acompañadas del vino del barril de Doña Luisa Zamora se tornaban comida de dioses.
Siempre me preguntaba cuántas anécdotas ,relatos y misterios me perdía, porque tampoco tenía la confianza y el desparpajo que la diferencia de edad y el respeto se encargaban de puntualizar. Pero su complicidad era manifiesta y siempre detecté esa cercanía, esa protección enmascarada , que puso de manifiesto en momentos muy concretos de mi vida, que solamente Vd. y yo sabemos.
¿Dónde habrá ido a parar aquel singular coche descapotable de principios del siglo pasado, que según creo heredó de su suegro? Si no mal recuerdo era un Renault de pedales que se arrancaba frontalmente con una manivela y que se paraba en el momento más inoportuno e inapropiado.
El viaje a Madrid para instruirnos sobre modernas técnicas para el desarrollo de la inteligencia de los alumnos.
Las anécdotas con sus compañeros y amigos de Secretaría, con santoral incluido: S. Onofre.
Las arengas, nunca recriminatorias, para aquellos profesores que de forma “ improcedente” dejaban hacer a los alumnos en las excursiones y que luego se traducían en inoportunas quejas al Colegio.
¡Toda una lección de Vida!, por no hablar de esa etapa, que yo no viví y que habría
dado UN TODO por conocer. Me refiero al Concurso de TVE : Cesta y Puntos. Corrían los años 60 del siglo pasado, cuando un osado y atrevido director llamado D.Alejo García le propuso entrenar y preparar a un selectivo y escogido grupo de alumnos, con el consiguiente beneplácito del entonces obispo de la diócesis, Monseñor D. Pablo Barrachina. Se trataba de concursar, representando al COLEGIO DIOCESANO SANTO DOMINGO de Orihuela en el celebérrimo concurso de la única Tv. que había en y además en blanco y negro. Pero conociéndolo, Vd. no se conformó con participar. Había que ganar y proclamó con todos los honores al Colegio ,CAMPEÓN DE ESPAÑA. Declarando con hechos contrastados que” la cuna del saber estaba en Orihuela”. La Ciudad se rindió ante tal manifestación de júbilo y cada sábado por la tarde, los ciudadanos de Orihuela dejaban las calles desiertas para plantarse frente al televisor y vibrar con esos chavales que supieron en todo momento estar a la altura de lo que se les exigía: ser los mejores, los que más sabían de toda España. La grandilocuencia del evento queda reflejada en el hecho de que fueron recibidos en audiencia privada por el entonces Jefe del Estado y el premio entre otros consistió en el regalo de un autocar para el Centro y un viaje por toda Europa.
A través de fotografías, del famoso Nodo y de los escasos recuerdos, se ha intentado que el hecho no quedara en el olvido, entre otras cosas para que sirva de ejemplo a las promociones y generaciones actuales de lo que fue sin duda alguna la época estelar dentro de la dilatada historia del Colegio. Vd. consiguió una identidad colectiva que superaba la identidad personal y particular de cada uno de los implicados. Alcanzó el gran objetivo: perdurar en la memoria colectiva.
Y premeditadamente he dejado para el final su última etapa, la más fructífera, la más determinante, la que no he conocido, pero la que a través de sus frutos, da sentido a
todo, justificando este Certamen y poniendo en valor una palabra: SOLIDARIDAD.
D. Ildefonso, Vd. fue capaz de contagiar solidaridad, intentando hacer un mundo mejor. Sabía que tras su jubilación y el retorno a su tierra, no podía permanecer pasivo y despertó las voluntades de muchos totaneros. Se volcó en los oprimidos, marginados, olvidados y desvalidos. En aquellos que demandaban una actuación urgente. En los que obligados a dejar sus hogares, recabaron en Totana en busca de dignidad. Así ha sido su proceder: sin ruido, sin ostentación, sin que apenas nadie se percatara de ello, salvo los beneficiados. Su actuación ha despertado conciencias, no me cabe la menor duda. Desde la confianza en Dios ha actuado para luchar contra la marginalidad, tendiendo una mano a las víctimas del olvido y de un sistema económico injusto; a los nuevos leprosos de la sociedad. Buscó el bien de estas personas sintiendo sus necesidades como propias. Dios ha actuado en ellas a través de Vd. , ofreciéndoles presencia y conciencia, CONTAGIANDO SOLIDARIDAD. Ha servido de ejemplo y de modelo para que muchos totaneros hayan sido tocados por la compasión de Dios a los marginados. En Vd. configuró una especial dignidad, haciéndole ver que el problema no es banal, sino grave. La causa que lo origina no es superficial; es profunda. No es sólo cuestión de economía, sino de ética y antropología…Somos víctimas de unas dinámicas de la economía y una riqueza, carentes de ética. Vd. supo hacer ver que el hombre es el recurso más verdadero y más profundo de la política y de la economía y, al mismo tiempo, el fin primordial de ambas. Se encargó de dejar patente que la SOLIDARIDAD no es un discurso. Es una necesidad concreta de cada uno de los seres humanos que habitan este mundo. Los más necesitados tienen nombre y apellidos: los pobres. No se quedó en las palabras. Fue un claro ejemplo de Vida. Puso rostro a la preocupación por todas las personas que lo rodeaban, en especial por los más necesitados. No dudó ni un instante en ponerse en la piel del pobre, entendiendo, escuchando y ayudando a los que
estaban en la calle sin nada que comer, sin un techo en el que cobijarse, sin oportunidades para desarrollarse. Supo introducirse en el corazón de esos padres que no tenían recursos para darles de comer a sus hijos. A eso se le llama adentrarse en el epicentro de la pobreza. Se involucró de manera personal y concreta en la ayuda SOLIDARIA al prójimo. Vd. optó por los pobres, no en una llamada ideológica, ni tan siquiera en una lucha de clases, sino entendiendo el Evangelio, contemplando el rostro de Cristo. Sé que su gran soporte estaba en el beneficio que le reportaban los dones de la Eucaristía. Pero lo más significativo era su forma de proceder: concreta y metódica, haciendo que su cercanía , en todo momento fuera manifiesta y verdadera. Vd. supo glorificar al Señor con su vida, actuando siempre movido por el Amor.
D. Ildefonso. Gracias. Gracias por infundirme y darme fuerzas y determinación para dirigirle estas palabras que han brotado desde lo más profundo de mi Alma. Gracias por convertir este relato en un alegato a la ESPERANZA. Gracias por haber sido un ejemplo de Vida, por haber buscado siempre la trascendencia, desde el optimismo y el Amor. Gracias porque no me cabe ninguna duda que ha ejercido y ejerce de mediador para que aflore el Maestro interior que todos llevamos dentro.
He querido devolverle lo que Vd. sembró en mí. He querido ser Solidario con un hombre que lo dio todo procurando siempre el bienestar de los demás. He querido ser “ ese leproso” que tras ser curado, vuelve rebuscando en los recuerdos, con el único objetivo de dar testimonio de lo mucho y bueno que nos ha legado.
¡Qué pena que Dios dispusiera tan pronto llamarlo a su presencia! Necesitaba tenerlo junto a Él. Lo ha querido así, llamándolo siempre por su nombre. De manera particular, individual.
Y ese Cielo en el que Vd. habita, también ha dispuesto para mí un cometido, un Regalo: escribir esta carta con todo lo que me habría gustado decirle en vida y que no tuve ocasión de hacer. Y es precisamente ahora, cuando está cercana mi jubilación y mi etapa como docente se sosiega y adormece, cuando surge el momento y el Milagro se hace patente.
¡Nos veremos en la Eternidad, profundo y solícito AMIGO. Admirado y Querido Profesor.
Curro Romero.
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