Discurso Teresa Zapata García,
Profesora de Historia
Ilustrísimo Sr. Director, claustro de profesores, señoras y señores, queridos alumnos:
La casualidad, el calendario y también la legislación que regula nuestro trabajo han hecho que lleguemos juntos al final de una etapa importante en nuestras vidas, etapas que, aun siendo diferentes para vosotros y para mí tienen más de un paralelismo, según mis reflexiones de estos últimos días.
Habéis hablado, emocionados por los recuerdos, de vuestra vida en el colegio que empezó para algunos a los dos años, para otros a los 3, 6, 10 o ya en edad adolescente. En mayor o menor medida, * se agolpan en vuestra memoria compañeros, profesores, alegrías y penas, éxitos y fracasos…pues bien aunque algo antes, allá por 1980, también mi vida se vio ligada al colegio y también mi memoria, ya con perspectiva histórica, se encuentra repleta de compañeros, diferentes jefes y directores, promociones de alumnos, viajes, cambios y mil cosas más.
Y ¿qué decir de la nueva etapa que comenzamos? Os encontráis ante múltiples interrogantes y opciones: ¿superaré la nota media?, qué carrera estudiar, en qué universidad…pues bien, en mi nueva situación de prejúbilo también tendré que optar entre inglés o alemán, pilates o yoga, restauración de mueble antiguo o encaje de bolillos… Y aquí no acaba el paralelismo, pues cuando terminéis vuestros grados y empecéis másters o alguna actividad profesional, yo también iniciaré un nuevo trabajo, como ya algunos de los presentes, me dedicaré a la banca, la bolsa y la investigación…sí, sí: pasaré horas en bancos de algún parque, pasearé bolsas de diferentes supermercados y buscaré concienzudamente el lugar donde olvidé mis gafas de lectura…
Ahora dejo los aspectos personales, algo que me he permitido tratar haciendo uso del privilegio con el que cuento en este acto, para hablaros en representación de mis compañeros. En nombre del claustro de profesores y demás miembros de la comunidad educativa, a la que me siento orgullosa de pertenecer. De este grupo de docentes y profesionales que, desde infantil a bachillerato, y en las diferentes áreas formativas que desarrolla el colegio, mantiene la ilusión y sigue creyendo en el trabajo bien hecho, vocacional y digno. Y lo seguirá haciendo, estoy convencida de ello, a pesar de las crecientes dificultades y constantes cambios y reformas que nos plantean nuevos retos, asumidos siempre con profesionalidad responsable.
Y me dirijo a nuestros queridísimos alumnos a los que despedimos hoy con la satisfacción del deber cumplido. Seguro que estáis inquietos ante vuestro futuro, ¿qué os espera en ese futuro incierto? Se preguntaba Beatriz hace unos minutos. Pues voy a responder a esta pregunta con palabras del escritor uruguayo Mario Benedetti, al que hace poco releí y que me hicieron pensar en vosotros:
“¿Qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de consumo y humo?
Tender manos que ayudan a abrir puertas
Entre el corazón propio y el ajeno
Sobre todo les queda hacer futuro
A pesar de los ruines del pasado
Y los sabios granujas del presente
Les queda (os queda)
No dejar que les maten el amor
Recuperar el habla y la utopía
Ser jóvenes sin prisa y con memoria
Situarse en una historia que es la suya
No convertirse en viejos prematuros”
También he de haceros saber que en estos momentos de dicha por vuestra graduación queremos y debemos dar gracias por todo lo recibido, por habernos conocido y haber participado con vuestros padres en la emocionante y maravillosa tarea de formaros de una manera integral…habiendo conseguido nuestra meta de haceros ser persona; personas buenas, fieles, honestas, generosas, con criterios sólidos y tolerantes, trabajadoras y con espíritu de sacrificio.
Porque… sí, todo eso y mucho más sois vosotros y así deseamos que sigáis: atentos ante los cambios, curiosos ante el saber, sin convertiros en viejos prematuros y siendo jóvenes sin prisa y con memoria, porque ahora sí, la historia empieza a ser más vuestra.
Y podéis ir tranquilos porque también nosotros nos quedamos tranquilos y felices ya que vuestras mochilas están llenas de trabajo, de esfuerzo, de virtudes que al fin os harán alcanzar el éxito, y vuestros éxitos serán también los nuestros.
Y para alcanzarlos, no lo olvidéis, debéis creer en Dios, debéis creer en vuestros padres y profesores y debéis creer en vosotros mismos.
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